DEMOCRACIA ASAMBLEARIA Y DIRECTA
Álvaro Cordón Flores
Mentira pensada y planificada para engañar a demócratas incautos.
¿Es verdad que el asambleísmo es la más pura esencia de la democracia directa? ¡No!
Esta negación afirmativa es la única respuesta que puede darse, desde el sentido común y la honestidad intelectual, ante un planteamiento tan demagógico y tan falto a la verdad.
Una asamblea sólo puede ser democrática si todos los miembros que participan en ella se conocen unos a otros, y si conocen de antemano los temas que van a ser objeto de debate.
Una asamblea es muy fácil de manipular. El truco consiste en situar estratégicamente a una serie de personas con dos misiones fundamentales: una, llevar la iniciativa en todo lo que sean propuestas y controlar el desarrollo de la misma; otra, abortar cualquier intervención que no se ajuste a los objetivos que han fijado quienes la dirigen, ¿cómo?, fácil, interrumpiendo a la persona que interviene mediante bronca sonora o mediante intervenciones atropelladas que ahogan su discurso.
¿Y, cómo se resuelve el lío? Pues más fácil todavía. Los moderadores ya asignados de antemano apaciguan el “follón” y toman la palabra para reconducir la situación que, como es habitual, siempre va en la misma dirección: el control de la asamblea.
Las conclusiones son las que ya estaban diseñadas y determinadas desde un principio.
Es lo normal cuando la “democracia” es usada de esta manera.
La democracia asamblearia y directa es una utopía imposible de que se haga realidad, por lo que tal propuesta es una perversidad, dado que tanto su desarrollo como sus resultados nada tienen que ver con lo que dicen, ni con la democracia posible.
¿Por qué? Porque las dificultades a vencer, para que de verdad fuera asamblearia, son insalvables, desde la necesidad de un lugar suficientemente grande para que pudiesen caber al mismo tiempo todas las personas afectadas por los temas a tratar, como por la imposibilidad de que puedan intervenir todos quienes lo deseen en el debate por falta de tiempo para ello. En el caso de temas de estado, nos correspondería asistir a todos los españoles de España, en las comunidades a todos sus habitantes, en los municipios a todos los ciudadanos del mismo.
No hay medios técnicos ni económicos que la hagan posible, aparte de las dificultades de funcionamiento en cuanto a coordinación, operatividad y, ¿por qué no decirlo?, a la falta de una mínima garantía democrática en las decisiones tomadas.
Y lo más engañoso de todo es decir que es una democracia directa. ¿Directa, de quién?
Sólo cabe decir que tal afirmación es un sarcasmo. Allí hay proclamas, eslóganes, consignas, y casi siempre demagogia. Allí no hay propuestas sensatas y razonadas, no hay alternativas que sean factibles. Lo que normalmente se propone son proyectos pasados y ya probados en otros países y que han llevado al completo fracaso a las sociedades que han sufrido tal experiencia.
¿Por qué se insiste en una experiencia fracasada? ¿Tal vez porque puede ser utilizado para abrir las puertas del poder? En todo caso, poder no es gobierno.
El poder es el soporte de las dictaduras. El gobierno es el soporte de las democracias.