El crucero "Canarias" visita Melilla.
(Corregido y ampliado)
Autor: Francisco Lisbona Gil.
Uno de los recuerdos mas emocionantes de mi niñez en Melilla fue la despedida del crucero “Canarias”

El Crucero Canarias. Fuente: El Gran Capitán
Era frecuente ver barcos de guerra en el Puerto y, lo pongo con mayúsculas, porque el Puerto de Melilla era algo más que un puerto, era parte de la ciudad misma. El que haya vivido allí lo sabe bien. Eran visitas esporádicas aunque recuerdo ver estacionado largas temporadas al dragaminas “Bidasoa” con su tremenda humareda cuando encendía sus calderas de carbón. Otro asiduo era la fragata “Legazpi”.
Quizá debido a la entonces reciente independencia de Marruecos y el subsiguiente conflicto de Ifni y el Sáhara, no lo sé, un día, allá por 1960 más o menos, apareció el Puerto lleno de “barcos de guerra”, una flota entera, eso me pareció. La insignia en el ya antiguo pero elegante crucero “Galicia”, atracado en el muelle del mineral y con él, destructores, fragatas y corbetas, abarloados unos a otros. Visitaban Melilla enseñando el pabellón y una sensación de orgullo se apoderó de mí.
Aquello era todo un acontecimiento. El Puerto se llenaba de melillenses con un enjambre de niños. Se visitaban los barcos y al caer la tarde, reventados, volvíamos a casa. Un marinero del “Galicia” cantaba “Popotitos” acompañado por una guitarra. Aquello era una fiesta.
El “Galicia” tenía su historia, no era un barco cualquiera; fue un excelente crucero primero de una serie de tres que se llamó inicialmente “Príncipe Alfonso”, fue el barco que llevó al exilio a S.M. Alfonso XIII. Durante la II República se llamó “Libertad” y fue el barco más importante de la flota republicana. Combatió con el malogrado “Baleares” encajándole varios impactos. Tras la guerra se le cambió el nombre por “Galicia".
Al año siguiente se repitió la visita, y al otro. Siempre el “Galicia” y siempre la misma expectación. España estaba allí y no se olvidaba de nosotros. Hay que ser melillense para conocer ése sentimiento.
Un año, el que vino fue el “Cervera”, el “chulo del Cantábrico” como fue llamado durante la Guerra Civil. Aquello fue una novedad, todos habíamos oído hablar del “Cervera” y de sus gestas durante la guerra.
La ciudad se llenaba de uniformes blancos francos de servicio que resultaba muy llamativo en una ciudad impregnada del “verde”, el “garbanzo” y el caqui. La oficialidad de los buques era agasajada por las Unidades de la Plaza y las jovencitas suspiraban al paso de los alféreces de navío. Yo quería ser marino, lo tenía claro.
Y nos plantamos en 1964, creo recordar. Yo era un “mocetón” de 11 años, o al menos era lo que creía y muchas veces me había preguntado porqué nunca venía el “Canarias”. Había leído cosas de la guerra y el “Canarias” se me antojaba el “no va más” de los barcos. Era el buque insignia y su aureola de invencible hacía que ardiera en deseos de verlo y visitarlo.
Y ese año llegó. Estaba emocionado. Lo visité detenidamente fijándome en todo, y no me cansaba de admirarlo desde el muelle. Sus cuatro torres dobles de 203 mm, su puente, su artillería secundaria, su extraña popa hacia atrás como el “Ciudad de Alicante”. Dicen que andaba pasado de moda pero era lo más hermoso en barcos que había visto en mi vida.
Un día, Radio Melilla EAJ 21 ¿o fue radio Juventud de Melilla? No lo recuerdo, anunció la partida del “Canarias”, como cuando anunciaba la partida del barco antes de la hora por el temporal.
Serían las cinco o seis de la tarde. El Puerto estaba atestado, subimos mis hermanos y yo a la muralla, también abarrotada de melillenses. El “Canarias” soltó amarras y maniobró aproando hacia el morro. Lentamente fue abandonando el puerto. Desde la muralla seguíamos con emoción sus movimientos.
Dobló finalmente el morro y puso proa al Norte. Un pañuelo, dos, tres, una multitud de pañuelos empezaron a agitarse despidiendo al crucero.
El “Canarias” mete media máquina y aparecen los bigotes de espuma por su proa. La dotación cubre candeleros de babor en nuestro honor y el precioso, el poderoso crucero desfila ante nosotros.
Hace sonar la sirena, una, dos, tres veces despidiéndose de Melilla mientras una mar de pañuelos le dice adiós con emoción. Aún se me hace un nudo en la garganta al recordarlo.
El crucero “Canarias” el último crucero tipo “Washington” que quedaba a flote en el mundo fue dado de baja y desguazado en 1975. Ser un símbolo le perdió.
Pero en mi recuerdo, nunca has sido ni serás desguazado........
......................¡larga vida crucero “Canarias”! ¡Nunca te olvidaré!